CXXIX
AUTOR: Margarita Schaerer
Fue una tarde muy extraña tenía fuego en la mirada y con una palabra se enfureció, fue cuando vi a la muerte de frente fuera de sí, acercó un cuchillo a mi cuello forcejee con él por mi vida ,ya no recuerdo si la hoja lastimó mi mano solo lo encerré en mi puño con todas mis fuerzas alejando el filo de mis venas ,lo doblé y el cuchillo se partió en dos, quedando una de las puntas al descubierto en mi puño ,no pude ganar a su fuerza, que al ver que su arma se quebró ,a mi puño se aferró y doblando su fuerza en mis manos, fue en vano intentar resistir ,nuevamente el filo estaba sobre mí , yo sentía cada ranura de esa hoja que iba hundiéndose en mi piel ,sin soltar mis fuerzas para que no me cortara a sus ojos lo miré ,exhalé fuerte y profundo antes de dejarme vencer ,y fue entonces que entendí que era el fin, solo un pensamiento en mi cabeza se esbozó entregando mi alma al cielo que si así debía ser que sea, que en esta no podía vencer, solté mi fuerza con la paz que nunca había sentido y por primera vez dejé que lo divino me mostrara su poder, la muerte... me miró a los ojos y se asustó ….empezó a llorar, a pedir perdón ,yo no entendía que pasaba, me quería ir en el instante que dejé de luchar ,yo había visto pasar mi vida en un segundo , quería descansar y sin embargo la muerte huyó de mí…creo que quedó resentido que en tres ocasiones volvió por mí al ver que sus intentos son en vano ,se alejó de mí … Hoy día ya hicimos un pacto yo no la temo a ella y ella no viene por mí …hasta el día en que mis días realmente lleguen a su fin…ese día la estaré esperando de la misma manera en que la vi por primera vez y me iré en paz de este infierno disfrazado de vida …la guadaña no me asusta ,lo oscuro lo conozco muy bien, quien no conoce este mundo es porque no vivió en él …lo único que me ataja en ella son mis flores que aún no conocen que la vida es una mentira ,que hay sufrimientos por doquier, les ayudaré y acompañaré en este camino que aún deben entender y les enseñaré a no temer a la muerte porque yo a la muerte la conozco bien. Porque la miré de frente sin temor alguno, la miré a los ojos, vi el cielo en los suyos, ella se reconoció en los míos y se apartó de mí.
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C.A.B.A. – Argentina
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